Mi familia me cuenta que cuando era pequeña hubo una época en la que enfermaba mucho y el antibiótico causó que mis dientes se oscurecieran un poco. Con los años, mi obsesión con tener los dientes blancos ha ido creciendo y quise dar el paso de tener la boca perfecta y ponerme carillas de porcelana.
Cuando llegué a mi dentista, me dijo que tenía que ponerme brackets urgentemente porque tenía tres colmillos de leche. Salí llorando claro. Entré imaginando que iba a empezar un proceso para estar divina y salí con la noticia de que debía de llevar ortodoncia nose cuantos años.
Os podrán contar mil cosas malas sobre los brackets, que si las llagas, que si el dolor al morder… Pero lo peor con diferencia es «LA DICHOSA ETAPA DE TRANSICIÓN».
Los dientes y la mandíbula dan forma a tu rostro. Cuando las personas tienen sobremordida o dientes apiñados, la forma que tienen de cara no es la óptima, sino que está deformada. Cuando la ortodoncia te recoloca los huesos en su sitio, el aspecto de tu cara se vuelve más armónico y simétrico que nunca.
El problema es que a mitad del proceso de llevar brackets, deben de tirar de más de algunos sitios, dejar huecos para otros dientes y en definitiva moverte los dientes no para dejarlos en esa posición sino para que en un futuro queden perfectos. A esta fase la llamo la etapa de transición, pues la cara queda totalmente deformada, la gente te ve rarísima (y te lo dice) y cuando te miras al espejo te ves fea y no sabes por qué.
La gente cree que la ortodoncia te afina la cara y esto no es cierto. La ortodoncia te sitúa los dientes en el sitio donde deben estar teniendo en cuenta la forma de tu mandíbula y tu boca, por lo tanto, habrá personas que ensanchen y otras a las que les afine. En mi caso simplemente noté simetría y definición.
Es una etapa que dura unos meses pero que merece la pena solo por el resultado ¿Y tú qué? ¿Te animas?