Proclamo a las hormonas como mi peor pesadilla. Definitivamente son la raíz de todos mis males. Unos de los grandes problemas que me produjeron fue un acné persistente, doloroso y a prueba de cualquier producto cutáneo.
¿La solución? Una año de mi vida tomando el medicamento más agresivo del mercado farmacéutico. La isotretinoína. Es tan agresivo que no solo se emplea en acné severo, también para tratar algunos tipos de cánceres. La lista de efectos secundarios es interminable y aunque el proceso es lo peor del mundo, el resultado fue muy efectivo.
Siempre supe que me equivocaba tomándolo por los efectos secundarios pero mi dermatólogo insistió y cesé la búsqueda de cualquier remedio más natural.
En un viaje a Noruega, compartí techo con nativos y en una de las estancias, coincidí con un anciano que acompañaba su desayuno todos los días con dos cucharaditas de aceite de pescado del mar de Noruega. Aquel hombre nos contó que llevaba toda la vida con aquel hábito y que gracias a él había conseguido un corazón sano y fuerte y una piel bonita.
Los beneficios son maravillosos, no solo ayuda a la belleza de piel (el cambio es radical), sino también al funcionamiento del cerebro y de los ojos. El omega-3 con alto contenido en DHA debe ser extraído de pescado de la más alta calidad ya sea de bacalao, sardina, salmón o caballa. De lo contrario un aceite barato y de mala calidad puede contener metales pesados encontrados habitualmente en animales de este tipo que no han sido supervisados.
El aceite de pescado puede tomarse líquido como en Noruega o en cápsulas, mis preferidas son las cápsulas Mollers originales de Noruega o las de AAVALABS. Todas ellas de gran calidad y moderadamente económicas.
Ojalá haber encontrado el tesoro de los mares antes, estoy segura de que hubiera sanado mi acné hormonal (desde el interior) y aunque no tengo pruebas, tampoco dudas.
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