En la vida hay dos tipos de personas, las que saben elegir y las personas como yo. Normalmente de forma inconsciente las personas solemos elegir a nuestra pareja para compensar aquello que necesitamos. Lo que necesitamos nos parece atractivo. Quizás el problema sea que algunos de nosotros no tenemos ni puñetera idea de qué es.
Seguro que conocéis a alguna mujer que lleva saliendo con hombres que le son infiel desde el inicio de su vida amorosa o hombres que solo salen con chicas que los vuelven locos y luego los dejan y viceversa. Es un patrón que repetimos una y otra vez, de forma que siempre hay un factor común en las personas con las que salimos aunque a veces sea difícil determinarlo.
Después de pensar una y otra vez qué buscaba en mis relaciones fallidas me di cuenta de que anhelaba alguien que cuidara de mi, o eso era lo que creía necesitar, sin embargo, hoy en día se que lo que necesito y necesitaba era alguien que me amara de verdad y sobretodo que me entendiera.
No me avergüenza admitir que le conocí en la app más popular del momento. Muchas personas sobretodo mujeres desprecian este tipo de apps supongo que por miedo a ser calificadas de desesperadas. Sin embargo, tiene dos grandes ventajas. La primera es que tu elección como acción de elegir es muy básica, es decir, influye más el destino que tu propio criterio (perfecto para personas que siempre elegimos mal). La segunda es que no puedes esperar que el amor de tu vida esté en tu barrio, en la discoteca a la que vas cada fin de semana o en la frutería donde compras con tus hijos. Ojalá todo fuera tan fácil.
La noche que conocí al amor de mi vida no me apetecía salir, estaba en pijama viendo netflix en mi cuarto, estaba sin depilar ni duchar y pensar en arreglarme era misión imposible. Entre capítulo y capítulo cogí el móvil y vi que él no me había escrito. Escribí la frase de: Oye, quedamos otro día?; Dando por hecho que «otro día» significaba «nunca». Me quedé mirándola y la borré. Al meterme en la ducha escuché un mensaje. La cita seguía en pie.
Caminando con mi vestido con hombreras por la calle principal no paraba de repetirme: «Qué pereza». No tenía ninguna expectativa. Nada más verle, supe que no era mi tipo. Vestía bien, llevaba el pelo perfectamente cortado, olía genial y estaba nervioso. Nada a lo que estuviera acostumbrada. Pensé que no podía salir bien. Nos fuimos a un pub y la noche pasó volando. No noté nada especial pero justo en la despedida agarré su mano sin querer y cuando quisimos separamos sentí que no podía soltarla, simplemente no quería. En el viaje de vuelta a casa, sola, con mis pensamientos, sentí con todo mi corazón que él era especial.
Me enamoré de él enseguida, en tres meses hicimos las maletas y nos fuimos dos semanas a recorrer uno de los sitios más espectaculares del planeta. Dos meses después ya tenía medio armario en su casa. No paramos de viajar, ni de conocernos. Tenemos el amor más auténtico que he visto en mi vida y sé que todo el mundo piensa así pero en nuestro es caso, es verdad.
Le amo porque movería el mundo para hacerme feliz, porque para él soy una prioridad, porque me respeta y me valora como si tuviera el físico de una modelo de Victoria Secrets y el alma de Santa Teresa de Calcuta. Le amo porque tiene carácter y opina diferente a mí, porque entiende mis miedos y comparte mis sueños. Porque apuesta por nosotros.
Jamás le hubiese elegido a él, porque jamás pensé merecer algo así.
Nunca te conformes con lo que tienes, no tengas miedo a arriesgarte, no pruebes siempre lo mismo. El amor verdadero es fácil, fluye, es inesperado, es magnético. La conexión es adictiva, es un sentimiento único, es hogar y es futuro.
Te amo.